lunes, 7 de febrero de 2011

Pensaments I

Estimados amigos míos, una historia os voy a narrar. Es la historia de aquel ser místico, que en su seno fue perfecto, o lo era omnipotente, y vaciado en su saliente, de él salió volando electo.
Érase que se era, en el cielo, en el Olimpo, el Edén, La Prometida, la tierra del placer y del vino, el blanco todo lo fuera, la luz, el amor, el camino... la oscuridad verdadera, parangón no tenia, más no tenia sentido.
Entre odas de angelicales, nació uno de ellos, maldito. No obedecía a los santos, maestros del bien embestido; dejare sólo un momento, y desde los vastos cielos, a la tierra miraba, sólo, aturdido.
¿A quien miraba diréis? Buscaba la perfección... pero, ¿no es el Ángel perfecto, creado a imagen de un dios? Él no era feliz, en los cielos no moraba, buscando unos ojos verdes, azules, lirios, rosas... así lo ansiaba.
Cubierto por el pecado, que era todo placer, en su eterno sueño alado. Deseaba ser o no ser. Y más se odiaba a si mismo, por ser quien no debía, y encontrar en lo humano, placer, honor, la vida.
Y así fue, más los maestros, y otros como él dijeron, a aquel supremo entre ellos, que no era, no sentía, no vivía, como instrumento divino sincero.
El gran omnipotente, lo quiso ver por si mismo. Y así justo en el día claro, momento... se inició el juicio divino.
El ángel dijo a su padre, no ser feliz en su camino, desear perfección no quiere, la tiene, nada a aspirar debe, más todo lo posee. Y aquel que todo lo puede, lo echó de su manto, y lo arrastró fuera, a la tierra del odio y del llanto.
Cuando bajó de los cielos, perdió sus dones supremos. Las alas, negras como el carbón se hizo, la piel se entristeció, y los cabellos negros y oscuros se volvieron. Sus ojos claros y eternos, estrellas del firmamento, se volvieron oscuros, y su alma se perdió, más corazón se mantuvo puro.
Vagó por las tierras mil años, odiado y perseguido, y allí quedó bautizado, por odas al Ángel Caído, buscando razón a sus actos, a su tristeza, a su olvido.
Y érase que se era, que en aquel mundo de muerte, de guerra y honor perdido, en sus ojos conmovido, encontró a su mitad. Mitad oscura y eterna, dama era, princesa de su reino, que engalanó su alma, que recorrió su cuerpo. Pecó aquello pecado, pero quedó satisfecho, su vida cobraba sentido, su perfección perfectamente nacida, volvía a ser pasto del olvido.
Vivieron felices por siempre. Se amaron y se quisieron. Y aquel que lo despreció, en su error quedó terreno. La perfección no existe, no es mal, no es bien, no deba ser maldecido, así cuentan mil historias, de ellas, de este Ángel Caído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario